Estuvo mucho tiempo en la entrada de mi casa haciendo servicio; tiene, aparte de estantería por dentro de las dos puertas, un lugar para poner los zapatos.
Cada vez que lo veía me decía: "tengo que cambiarlo, así es muy aburrido". Hasta que llegó el día en que me decidí.
Empecé por pintarlo todo de un tono blanco hueso. Las baldas de dentro y las de los zapatos los pinté de un lila clarito.
Un trabajón de la leche, teniendo en cuenta que lo que yo hacía eran cosas pequeñitas. Para mí fue toda una odisea, pero el resultado me gustó.
Para que no fuese tan simple, hice un drapeado en tono gris por toda la superficie de fuera, de modo que quedó un poco menos lineal.
En la foto no se mira muy bien,, es una pena, pero el drapeado consiste en extender un poco de pintura acrílica y en el mismo momento frotarlo con un paño, como si se estuviese limpiando. De esta forma se consigue un resultado más natural, menos lineal, para mi gusto.
Y así quedó en la entrada de mi antiguo piso.
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