"La vida es nuestra"
Este año ha sido una locura; muchas sorpresas, emociones, sentimientos, nervios, cariño...amor. En marzo, el día de mi cumpleaños, mi chico me pidió matrimonio. ¡Qué ilusión me hizo! Después de toda la emoción, de alegría, de dar la noticia, empezamos a pensar: ¿y ahora qué?.
Muchas preguntas se nos vinieron a la mente: dónde lo haríamos, a quién invitaríamos, cómo queríamos que fuese nuestra boda... aunque buena parte de todo ello lo teníamos bastante claro: nuestra boda sería friki como nosotros y, además, la mayor parte de los detalles serían hechos a mano por mí.
En este blog me voy a centrar en eso: los detalles que hice para ese día tan especial. A mucha gente le entraría el pánico si tuviesen que hacer ellos mismos los detalles, pero en mi caso no podía ser más feliz; seis meses de preparativos, planificando y organizando nuestro gran día. ¡Qué bien lo pasamos! Nada de malos rollos ni enfados. Al fin y al cabo estábamos preparando un día en que queríamos que todos nuestros seres queridos y nosotros lo pudiésemos recordar con alegría y cariño. ¡Y tanto que fue así! Fue un día maravilloso, plagado de pequeños detalles que los recordaremos con especial cariño.
Vamos al lío. Empezemos por el principio:
LA INVITACIÓN DE BODA
Una de las primeras cosas en que una piensa cuando se casa. La invitación quería que fuese especial, nada de comprarla al por mayor, si no que fuese totalmente personalizada. Viendo ideas por internet, me inspiré en una y la hice a mi manera: una cajita donde la invitación estuviese dentro para que cuando se abriese se desplegara. Para el nombre del invitado, hice como una especie de etiqueta que salía desde dentro, como si fuese un cofre.
Para hacerla fue sencillo: en los chinos encargué las cajas necesarias para hacer las invitaciones.
Una vez las tuve, las desarmé y las pinté por dentro de color marrón. Luego elegí un papel por internet y lo llevé a imprimir para poder hacer decoupage, es decir, pegué por el exterior el papel con cola blanca y acabé dándole una capa de barniz mate para que no se estropease. Volví a montar la caja y sólo me quedó pegarle el texto de la invitación al fondo de la misma y pegarle la etiqueta de forma que sobresaliese. Y el resultado es el que veis en las primeras fotos. ¡No me pudo gustar más! Me hizo mucha ilusión entregar cada una de las invitaciones.
¡Espero que os guste tanto como a mí!